Es uno de los edificios más emblemáticos del país y estampa de presentación de Montevideo. Durante algunos años de la primera mitad del siglo XX, fue el edificio más alto de Sudamérica.
Con sus referencias renacentistas y góticas, si el Palacio Salvo es un edificio bello o feo, ha sido motivo de debate durante décadas. Al punto de que se afirma que Le Corbusier lo tildó de "enano con galera" y recomendó su demolición, a fin de proteger la estética de la ciudad. Su construcción fue encargada por los empresarios Ángel, José y Lorenzo Salvo, con el objetivo de albergar un hotel y oficinas. El proyecto se encargó al arquitecto italiano Marco Palanti, quien también construyó en Buenos Aires un edificio casi idéntico: El Palacio Barolo. El Salvo se inauguró en 1928, con su torre de 95 metros de altura dominando Montevideo. Cuenta con un subsuelo, planta baja, entrepiso, diez pisos completo y catorce pisos en la torre. Durante la década del 30 fue sede de bailes y tertulias literarias en las que participaban los nombres más selectos de la intelectualidad de la época. En el edificio estaba la histórica Confitería la Giralda, que fue el sitio donde el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez tocó por primera vez el tango más famoso del mundo: La Cumparsita. Y donde actualmente funciona el Museo del Tango de Montevideo. En el subsuelo hubo un teatro, donde actuaron figuras de renombre mundial com Josephine Baker, Jorge Negrete o Los Lecouna Cuban Boys. En la década de 1970, el edificio entró en decandencia. En los noventa comenzaron procesos de recuperación, que persisten en la actualidad. En 2017 se inauguró una luminaria en la cúpula, que acompaña las obras de refaccionamiento y recuerda la importancia de este edificio como imagen de la ciudad.
Foto: Mauro Martella
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